9/29/2006

De Uyuni a Potosí

No había mucho que ver en Uyuni, así que al día siguiente del fin de nuestro viaje por el parque Eduardo Avaroa y el Salar de Uyuni, nos embarcamos rumbo a Potosí con nuestra nueva amiga alemana, Dannika. Partimos a las diez de la mañana en un bus pequeño, sin baño, para un viaje de siete horas – pronto descubriríamos que los buses con baños son escasos por estos lares -. En el bus habían dos franceses, dos catalanes, una alemana, dos chilenas, y un veintena de bolivianos que hablaban quechua entre sí.
Primera parada, Pulacayo:
“Vea la primera locomotora que llegó a Bolivia, la locomotora que asaltó Butch Cassidy y la mina de plata más famosa del siglo XIX” promocionaba un cartel a la entrada del pueblo.
Seguimos como si nada, pero los pasajeros empezaron murmurar entre sí. Parecía que había algún problema y nosotros pensamos que se trataba de algún pasajero que había subido a la mala.
Después de una hora de viaje el bus paró en medio de la nada y el chofer se asomó con cara de “hasta aquí no más llegamos”. Los pasajeros siguieron murmurando en quechua.
- Qué pasa? – le preguntamos a nuestra compañera de asiento, una señora vestida como se visten la mitad de las mujeres acá en Bolivia, con sombrero, largas trenzas, falda hasta la rodilla y aguayos (telas de colores donde cargan todas sus cosas).
- Están bloqueando el camino –
- ¿Porqué? –
- No sabemos –
Entonces la señora más vieja se levanta y grita:
- Tenemos que negociar, tenemos que pedirles que nos dejen pasar-
- Si, tenemos que negociar – empiezan a repetir el resto de los pasajeros a coro.
- Paguemos con hojas de coca – dice otra señora
- Si, todos podemos poner un poco de coca – repiten otros.
Casi todos se paran y bajan del bus, decididos y esperanzados en que lograran convencer a los compatriotas que bloquean el camino. Solo los extranjeros y los más viejos se han quedado arriba. Medias ocultas en los últimos asientos del bus, escuchamos fragmentos de conversaciones:
- Es el problema de Santa Cruz, el racismo y todo eso –
- Pero eso es en santa Cruz –
- No, es en todo Bolivia –
- Así nunca Bolivia va a progresar. Así no hay presidente que aguante – se lamenta la misma señora que hace un rato llevaba la batuta –
- Son los mineros, han estado toda la noche con sus señoras y sus hijos – explica alguien que por fin llega con noticias frescas. Son 1500 mineros que trabajan para empresas privadas y que se quedaran sin trabajo por el proceso de recuperación de los recursos naturales minerológicos.
- Vamos a morir de hambre, vamos a morir de sed – repite a cada rato la vieja más vieja, primero lo dice muerta de la risa y después lo dice con cara de cordero degollado.
Los europeos se hunden en sus asientos imaginando la peor de sus pesadillas: perdidos en medio de la nada, de la barbarie latinoamericana, lejos de su “civilizado” mundo, en manos de un montón de sudacas. Por supuesto, nosotras nos sentimos más sudacas que nunca. A modo de provocación, una cancioncilla empieza a revolotear en mi cabeza: “Ay, maldición de malinche…” (de Amparo Ochoa, vease al final). Al principio sentimos un poco de temor de reconocer que éramos chilenas, pero cada vez que lo hemos dicho, la respuesta ha sido la misma: “Chile es muy lindo, yo conozco Calama y Antofagasta”.
Son las doce y empiezan a volver algunos pasajeros después de infructuosas negociaciones.
- A la una se van a reunir para ver si nos dejan pasar o no –
- Depende de si llegan a un acuerdo o no con el gobierno –
- El chofer debió haberse ido por otro camino, yo lo podría haber ayudado, pero este chofer es nuevo y no conoce, el antiguo hubiera sabido qué hacer – dice la misma vieja que no ha parado de repetir su letanía “vamos a morir de hambre, vamos a morir de sed”.

Después de la noticia de que tendremos que esperar hasta la una, muchos pasajeros vuelven a buscar sus bolsos y se lanzan a la “pampita”.
- Estoy a cinco horas de mi casa, me voy caminando –

Chani y yo finalmente bajamos del bus para buscar más explicaciones. Los europeos hacen grupito aparte y toman medidas dramáticas:
- Debemos irnos inmediatamente de Bolivia, si no, no podremos salir – dice un catalán que ya ha contagiado a todos sus coterráneos con su paranoia – Nosotros hemos viajado por muchos países de todo el mundo y jamás nos había pasado algo así – continúa.
En otro grupo, más relajado, un profesor de historia que trabaja con niño en desventaja social, menciona al pasar la frase “guerra civil”.
- ¿guerra civil? – pregunto yo
- Aquí hay gente que dice “si matas a un camba, estás haciendo patria” –
- ¿Quiénes son los cambas?
- Los cruceños – Este es el conflicto que cruza todas las conversaciones y las noticias que escuchamos en Bolivia. Los “blancos” de los departamentos de Santa Cruz, Beni y Pando que reclaman por autonomía en la Asamblea Constituyente, versus los indígenas, de la otra mitad de Bolivia, que reclaman por una estado plurinacional con una repartición democrática de los recursos naturales.
- ¿Y en España pasan estas cosas? – pregunta el profesor refiriéndose al bloqueo
- Nosotras no somos españolas, somos chilenas, y en Chile si pasan estas cosas, si somos parte de lo mismo ¿no? –

De pronto los pasajeros vuelven corriendo al bus, entremedio de ellos, el chofer. Todos arriba, se encienden los motores.
- ¡No puede pasar! ¡No puede pasar! Los mineros se van a encaprichar con nosotros –
- Ellos tienen dinamita –

Empiezan a murmurarlos pasajeros, pero nadie detiene al chofer que ha puesto marcha atrás. Un breve alivio, no intentará pasar por encima de las piedras que bloquean el camino, pero cuando los mineros se dan cuenta de que trata de tomar un atajo, corren a bloquear el resto del camino. Sin embargo, antes que ellos, la superficie arenosa entierra las ruedas del bus y le impide seguir adelante. Todos abajo. Entonces se encienden las ideas. El Chofer corre hacia el otro lado, donde hay otro bus igual al nuestro esperando pasar. El chofer vuelve corriendo:
- Volvemos a Uyuni –
- ¿Qué?
- Ustedes se van en el otro bus a Potosí y yo vuelvo con los otros pasajeros a Uyuni.

Sin esperar más se sube al techo y empieza a devolver bolsos y mochilas a sus respectivos dueños. Con calma pero a paso seguro, caminamos hacia el otro lado. Hecho. Nada ha pasado. Excepto un gringo porfiado como burro que intenta imponer su estructurado orden sobre la astucia latinoamericana.
- Por favor, no confundir mi gente, nosotros esperar que el chofer confirme que ir a Uyuni –
Nadie le discute, todos se sientan silenciosamente a esperar que el gringo solucione su necesidad de burocracia. Y finalmente llega la confirmación. Todos los pasajeros de este lado toman sus cosas y cruzan al bus que nosotros hemos dejado atrás. Cada uno toma sus respectivos asientos y el viaje sigue como si nada.


PD: poner fotos es una tortura, lo siento.
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Maldición de Malinche
(G. Palomares)
Amparo Ochoa
"El cancionero popular"
Del mar los vieron llegar mis hermanos emplumados
Eran los hombres barbados de la profecía esperada
Se oyó la voz del monarca de que el dios había llegado.
Y les abrimos la puerta por temor a lo ignorado.
Iban montados en bestias como demonios del mal
Iban con fuego en las manos y cubiertos de metal.
Sólo el valor de unos cuantos les opuso resistencia
Y al mirar correr la sangre se llenaron de verguenza.
Porque los dioses ni comen ni gozan con lo robado
Y cuando nos dimos cuenta ya todo estaba acabado.
Y en ese error entregamos la grandeza del pasado
Y en ese error nos quedamos trescientos años esclavos.
Se nos quedó el maleficio de brindar al extranjero
Nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero.
Y les seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio
Y damos nuestras riquezas por sus espejos con brillo.
Hoy, en pleno siglo veinte nos siguen llegando rubios
Y les abrimos la casa y les llamamos amigos.
Pero si llega cansado un indio de andar la sierra
Lo humillamos y lo vemos como extraño por su tierra.
Tu, hipócrita que te muestras humilde ante el extranjero
Pero te vuelves soberbio con tus hermanos del pueblo.
Oh, maldición de Malinche, enfermedad del presente
Cuándo dejarás mi tierra.. cuándo harás libre a mi gente.

2 comentarios:

Francisca Araya dijo...

Oye yapo, qué le pasó a los fans? se les acabo la pila? o necesitan fotitos los hueoncitos? Comprendan, por favor, nuestras dificultades para acceder a ciertas tecnologías.

tonny_gomez dijo...

hola!!
nose como llegue a este blog, pero me encanto los relatos, realmente yo se que es asi como lo describen, yo vivi en bolivia 2 años y estuve en diferentes departamentos y vivi cosas muy similares, realmente ese lugar es tal cual uds lo describen.
es algo tan increible, es otro mundo,, cmo retroseder en el tiempo, a la epoca colonial.
ahora que volvi a chile despues de dos años me sentia como haver avanzado en el tiempo.
sigan escribiendo historia de bolivia son geniales.