9/21/2006

Perdidas en la Quebrada de Humahuaca

Nos dijeron vaya a Purmamarca y partimos a Purmamarca. Nos dijeron vayan a Tilcara y partimos a Tilcara. Nos dijeron vayan a iruya y partimos a Iruya. Nos dijeron ¡Vayan a Ushuaia! y por suerte no tomamos en serio a Lolo y Lala. Nos dijeron vayan a Incacuevas y no llegamos, nos perdimos.
A la niña de la oficina de informaciones de Humahuaca no le quedaban mapas y nos dio las indicaciones: esquina blanca, quebrada Chelín, una hora de caminata, rocas rojas, siete cuevas, pinturas rupestres, espejos de agua. ¡Clarísimo!
Nos despedimos del relojero que nos alojó en Humahuaca, que se mataba de la risa cada vez que la Chani le pedía algo de la cocina, “obviamente” él y la cocina no tenían nada que ver el uno con el otro. Dejamos nuestras mochilas en la custodia del Terminal y esperamos un bus que dijera La Quiaca. Llegó uno que venía de Buenos Aires.
- si las llevo – dijo el chofer – pero compren sus pasajes en la caja – y golpeando sus palmas como si nos arreara, nos gritó - ¡ya pues! ¡Ya pues!
Con pasaje en mano, el chofer abrió la puerta de la cabina y dijo:
- aquí adelante se van, para no aburrirme –
Era jujeño y picado de la araña como los otros dos jujeños que hemos conocido: el músico que nos mandó a la casa de su famosísimo colega, Ricardo Vilca, en Humahuaca; y el abogado que nos mandó a la casa de “su gran amigo” el intendente de Tilcara.
Llegamos a Esquina Blanca. Bajamos por el camino hasta un arroyuelo ¡Pero ahí se acababa el camino! Miramos para un lado, miramos para el otro y ni rastro de cuál era la senda correcta. Así que doblamos a la izquierda porque nos tincó y nos fuimos chapoteando por el riachuelo. Al cabo de media hora de no ver indicios ni de quebradas ni rocas rojas ni cuevas, decidimos devolvernos, pero esta vez por la línea del tren abandonada que estaba al menos a 20 metros sobre el riachuelo. Desde ahí no se veía el camino, pero si se distinguían huellas de neumáticas que iban precisamente hacia el lado contrario de nuestro rumbo original.
Era mediodía, el sol pegaba fuerte sobre nuestras cabezas, no había sobras y apenas corría una brisa. Llevábamos más de 40 minutos caminando cuando atravesamos un puente con forma de arco y por fin distinguimos la quebrada chelín y, en el fondo, las rocas rojas. Pero el camino era laaaaardo y áaaaarido, así que desistimos, y bajamos a seguir chapoteando en el río.
Cerca de las 4 de la tarde, tal cómo nos habían advertido, salimos a la carretera a esperar el bus de regreso a Humahuaca. Y esperamos, y esperamos, y esperamos, quince minutos, treinta, una hora, dos horas, en medio de la nada.
Cuando el sol se puso ya teníamos todo nuestro plan de sobrevivencia armado en caso de quedarnos botadas. No podíamos caminar, porque no sabíamos a cuánto estaba el próximo pueblo, no teníamos parkas y ya estaba haciendo mucho frío ( en la noche las temperaturas bordean los cero grados), no teníamos comida, pero al menos había agua pura, no teníamos luz, pero teníamos un encendedor y un botiquín. Haríamos una fogata, ese era nuestro plan, y nos pusimos a juntar leña. Chani, la hereje, estaba a punto de ponerse a rezar cuando a lo lejos se divisa un bus. La verdad es que le faltó poco para arrodillarse en medio de la carretera, y el bus paró. Solo cuando estábamos arriba del bus, celebrando nuestra suerte, nos dimos cuenta que era Once de Septiembre.
Pero la aventura no terminaba ahí…

¡No se pierda “Perdidas en la Quebrada de Humahuaca II”, mañana, a esta misma hora y por este mismo canal!

PD: Mañana con fotos y demases, porque ahora el computador esta muy muy lento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No pueden dejarnos con la bala pasá de esta manera!!! Planteo derechamente mi reclamo!

Parece teleserie con buen rating con estos alargues que solo buscan aun mayor audiencia! Pa mi que es tongo!

Sls.

Marielis

Anónimo dijo...

no podis ser asi po pancha...como es eso de andar perdiendose como las giles? acaso nunca fuiste scout?
besos
barbara, la babysitter