12/13/2006

Tiwanacu


Desde que entramos a Bolivia tenía una palabra en la cabeza: Inacaliri. Le pregunté a nuestros guías en el Salar de Uyuni. Le pregunté a un minero en Potosí. Y a una "mamita" en el bloqueado camino a Sucre. Sin resultados.
Inacaliri es un cerro que está en la frontera de Chile y Bolivia, no recuerdo en qué lugar exacto, cuyo nombre barajaba para bautizar a un futuro hijo inexistente. Claro que había un dato importante que no manejaba. Inacaliri es aymara y el sur altiplanico es dominio quechua en Bolivia.
Al entrar a Tiwanacu - después de pagar los $80 bs que costaba la entrada, que son cinco lucas, pero ya nos habíamos acostumbrado a pagar poco - nos acercamos a un grupo de bolivianos que cernían tierra a un costado de las ruinas.
- ¿Qué hacen? - se acercó Jaime a preguntar.
Trabajaban en la restauración del sitio arqueológico.
La gente quechua que conocimos en el sur de Bolivia, poca estima le tenía a los aymaras. Parcos y de pocos amigos son, nos advirtieron. Quizás los de La Paz, cómo todos los capitalinos del mundo, tenían mala fama entre los provincianos. Pero acá, en Tiwanacu, abundaban las sonrisas y las ganas de conversar.
"¿Cómo se dice Hola en aymara?", "¿Cómo se dice Chao en Aymara?", "¿Cómo se dice tierra?", "¿Cómo se dice cómo se dice?", los bombardeamos con preguntas linguísticas. Ellos simplemente respondían y se reían a carcajadas.
- ¿Y qué significa Inacaliri? - pregunté entonces.
- El que en vano, corre - respondió un muchacho desde un rincón.
Silencio.
El que en vano, corre.
El que en vano, corre.
Quedó rebotando en mi cabeza.
Quizás demasiado lapidario para un niño recién nacido. Quizás no. Quizás un buen consejo.

El resto de la estadía en las ruinas se remite a admirar las rocas talladas, tocarlas, tocarlas, tocarlas, tomar sol en las piedras de sacrificio y sacar fotos como japoneses. A la salida, un grupo de niños nos rodea ofreciendo réplicas en miniaturas de las estatuas del templo.

Algunos metros más allá, está el pueblo Tiwanacu, dónde los turistas caen por rebote y huyen rapidito de la excesiva calma que se respira. Las calles terminan en la inmensidad del horizonte y se caminan leeeentamente. El pueblo parece un rasguño de una dimensión desconocida, como un espejo que se repite a si mismo hasta el infinito.

En la iglesia, las rocas de las ruinas, saludan a los conquistadores recordándoles sus saqueos. El cura de origen quechua nos cuenta la historia y nos abre el museo parroquial dónde guardan todas las reliquias que se han salvado de la voracidad extranjera. Jaime abre un libro de salmos y jugando, imita el canto de los monjes gregorianos. El cura y el sacristan nos esperan a la salida.
- tiene voz de ángel - le dijeron.

9 comentarios:

Francisca Araya dijo...

¡Volvimos!

@slz_ dijo...

andabai corriendo en balde?

Gata devoralunas dijo...

por fiiiiiiiiiiinnnnnnn! aunque hay que acusar la tardanza de la actualización....bienvenidas, Panchani!!!!!!

René Poeta dijo...

Preciosas tus fotos Panchani
Siempre es bello el retorno, pero tu lente lo hace con un acierto increíble.
...No hay que correr en vano, o mejor dicho, a veces es en vano correr...

(O.o) dijo...

lindas fotos

Húayat dijo...

Querida licarayen me reconcilié con el cochachuyo , pero sólo en ensalada s , salud-os de un aprendiz depoeta .

Húayat dijo...

Querida licarayen te integre a un juego de contar 08 confidencias y tienes que apuntar 08 amistades bloggeros para visitarles , en todo es opcional , salud-os .

Anónimo dijo...

hola muy lindo blog, estaré por Santiago en enero y me gustaría poder charlar y tomar unos tragos... intercambiar... llevo libros, saludos!!

graciela Beatriz dijo...

hola muy lindo blog ,buenisisimas tus fotosfelicitaconessss.grace