
"Matar o ser muerto, comer o ser comido, era la ley, y ese mandato, que llegaba desde lo más remoto del tiempo, era respetado por Buck.
Su edad superaba sus años. Vinculaba el pasado con el presente y la eternidad palpitaba en él con el poderoso ritmo que se suceden las mareas y las estaciones. Sentado junto al fuego de John Thornton no era más que un perro de ancho pecho, blancos colmillos y largo pelaje, pero detrás de él estaban los espectros de todos los lobos vigilantes. Con él saboreaban la carne cruda; con él escuchaban los rumores del bosque y hablaban en secreto de la vida salvaje; dirigían sus actos, dormían en su cubil y hasta formaban el tejido mismo de sus sueños.
Tan perentoriamente lo reclamaban esos espectros que, día a día, se alejaba más de las influencias humanas. En lo más profundo de la selva resonaba una llamada, y a menudo, al escuchar esa voz misteriosa, estremecedora, atrayente, sentía un impulso irresistible de huir del fuego y de la tierra llana que lo rodeaba, y de precipitarse en el bosque, siempre adelante, sin saber hacia donde ni porqué, siguiendo la llamada que resonaba imperativamente en las profundidades de la selva. Pero en cuanto alcanzaba la suave tierra virgen y la sombra del bosque, el amor a John Thornton lo arrastraba otra vez hacia el fuego encendido de la llanura."
El Llamado de la Selva
Jack London